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En 1983, unos arqueólogos de Sudáfrica encontraron un fémur de antílope de 7.000 años de antigüedad con una punta de flecha alojada en él. Los modernos métodos de investigación permitieron a los expertos identificar restos de compuestos vegetales tóxicos en la estructura de la punta. Lo más notable era que los cazadores de aquella época remota utilizaban un veneno policomponente hábilmente formulado.
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